domingo, 17 de marzo de 2013

A PROPÓSITO DE LAS DIFERENCIAS SALARIALES ENTRE HOMBRES Y MUJERES



La desigualad de salarios entre mujeres y hombres es muestra de los criterios aún misóginos que prevalecen en la sociedad. En otros campos nos hacen creer que tenemos igualdad pero las matemáticas son “una ciencia exacta”. Seres inferiores = salario inferior. Es una fórmula matemática. En estos días se publicaban en la prensa datos actuales en España, si bien Europa no escapa tampoco a esta brecha. Y ello nos ha llevado a la siguiente reflexión. 


La relación que la mujer tiene con la economía es uno de los aspectos de su vida que más ha cambiado a lo largo de los siglos.

De ser la custodia de los bienes de mera subsistencia de los primeros clanes humanos, pasando por ser la administradora de los bienes del “oikos” (casa) de las sociedades antiguas y pre-modernas, nos encontramos hoy día con la “mujer trabajadora” con salario.

Que la mujer sea ahora “trabajadora” no es ninguna novedad ya que la mujer ha trabajado desde siempre y ¡mucho! Ella ha sido la administradora bajo un rasgo fundamental: estaba sustentada en un criterio de “necesidades”. Necesidades reales.

Muchos habremos tenido junto a nosotros abuelas, madres o tías que posibilitaron con su manera de administrar los recursos familiares –a veces más bien escasos- que se comprara una casa o se lograran hacer estudios universitarios. ¡El milagro de los números!

El desarrollo de la industria “desarraigó” a las mujeres de la administración de los recursos. Se gestaron los grandes movimientos económicos de los que fue excluida (como milenios atrás quedo excluida de la escritura) Del nuevo sentido de la economía participa solo aportando su trabajo, ahora remunerado.

¿Qué tenemos hoy día? Una mujer que no controla ni la producción ni los grandes movimientos del dinero y que recibe una remuneración que, como nos dice la noticia, mantiene una desigualdad importante con la que recibe el hombre, no sólo en España sino en muchos lugares del planeta.

Qué duda cabe que las grandes economías se han logrado a base de mano de obra “barata”. En tiempos fue la de los esclavos, que era gratis, luego se pasó a los “modernos esclavos del siglo XX”, a los que se les paga lo suficiente para que se consideren libres y con un poder adquisitivo que les crea el espejismo de vivir bien, pero lo suficientemente escaso para que el margen de ganancia sea considerable. No lo olvidemos: las grandes economías se gestan en base al abuso y al esclavismo.

Que podamos adquirir, incluso, productos de marca y nos creamos por ello Rokefeller forma parte ya del espejismo que el sistema nos crea.

Con el salario ajustado que la mujer recibe, a pesar de ser profesionales extremadamente cualificadas, puede cubrir las necesidades que el propio sistema le crea. El juego es perfecto: el sistema paga poco por la mano de obra, y el trabajador –trabajadora en este caso- invierte parte de su sueldo en las propias necesidades que le son creadas, es decir, invierte en el propio sistema que la explota. Con sueldos ajustados difícilmente la mujer puede invertir en ella misma, en su cultura, en su promoción etc: esta sería su mejor inversión, pero es justo lo que el sistema evita. Así la esclava está garantizada.

Mientras se logran remuneraciones acordes al rango profesional de las mujeres, gestionemos inteligentemente nuestros recursos, como hicieron las generaciones que nos precedieron las cuales invertían en lo necesario no en lo superfluo. Hoy en día lo superfluo es el consumismo atroz disfrazado de necesidad y la necesidad verdadera somos nosotras mismas.

Y no olvidemos que hay otras formas de subsistencia, que algunos colectivos de mujeres ya están realizando, en los que se aúna la labor común en pos de beneficios que revierten en ellas mismas. Hay más alternativas que la de recibir un salario indigno a fin de mes y encima estar agradecidas. Comuniquémonos las mujeres y compartamos estas experiencias entre nosotras para ayudarnos a abrirnos nuevas perspectivas.

1 comentario:

  1. Perú, no escapa a “esa realidad”, donde las mujeres -como bien ustedes lo formulan- son trabajadoras con remuneraciones menores a las del varón, más creo que existen excepciones.
    Y entre esas excepciones están las áreas de salud y seguridad, es decir médicos y policías. Y esto lo digo a razón de un caso ocurrido hace pocos días.
    El tema se origina cuando un canal de televisión nacional muestra las imágenes de un policía de tránsito, en servicio, recibiendo “coimas” de los choferes de transporte público. Operaba deteniendo los ómnibus y si el chofer no tenía los documentos en regla, pues se arreglaba con el policía de marras con unos “soles” –sol es la moneda del Perú-, tal incidente fue grabado por una cámara escondida. Al día siguiente de la denuncia, por el mismo canal de televisión, la Policía Nacional de Perú, comunica que el efectivo policial ha sido puesto en proceso y que además se ordenó el cambio de todo personal para esa labor por personal femenino.
    Eso me dejo claro que, cuando se evidencia la corrupción en una institución de poder, se echa mano de la mujer para recuperar la confianza en los mismos, más no se plantea algo nuevo.
    Detalle que muestra cómo las mujeres, en la necesidad de ser viables y sobrevivir en este modelo de “convivencia” asumimos roles ya establecidos por el “poder”, y hacemos de “catalizadoras” de los desastres causados por un sistema masculino plagado de errores.
    Así, cada día se ve cómo más mujeres se van haciendo de la pesada carga de mantener este modelo económico-social y no nos damos cuenta de nuestra capacidad de aliviar, de solventar situaciones complejas en situaciones sostenibles, y muchas nos sentimos valoradas o reconocidas cuando nos toman en cuenta, sin percatarnos que no es que “nos tomen en cuenta”, sino que están perdiendo su imagen y su credibilidad y por ello nos convocan.
    Más nuestras necesidades de sobrevivencia nos hacen ciegas a nuestras facultades, y ello nos esclaviza la mente, la imaginación y seguimos el juego y entramos al ruedo con el peligro de que rueden nuestras cabezas.
    Es por ello que la propuesta de IF es inteligente, y creo también que es imprescindible hablar de nuestras auténticas necesidades y de buscar formas creativas, no necesariamente ligadas al consumo, de solucionarlas, de solventarlas. Empezar por lo más simple, alimentación, cuidados, belleza, indagar y compartir fórmulas que no necesariamente pasen por el gasto y el endeudamiento, y paso siguiente o simultáneo es generar modelos nuevos de convivencia económica.
    No creo que sea algo que se solucione de un día a otro, no lo creo, porque son muchas las cuentas que hay que pagar a fin de mes en cada familia.
    Más es posible soñar con nuevos modelos e intentarlo es una necesidad para mantener la salud de la mujer. Ahí vamos. Gracias por sus palabras.

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