domingo, 2 de junio de 2013

SI NO ES POR NOSOTRAS...


Las mujeres que tenemos hijos a nuestro cargo, nos preocupamos muchísimo por su educación, y muchas veces nos sentimos mal cuando no podemos pasar todo el tiempo que nos gustaría con ellos.
Hoy en día muchas madres trabajan y pueden ver a sus hijos muy poco tiempo durante los días laborales. Por supuesto que a los niños, y a nosotras también, nos gustaría pasar más tiempo juntos. 

Aquí podemos hacer la primera reflexión: es más importante pasar poco tiempo de calidad que mucho tiempo sin calidad.
Está bien que nos preocupemos de que asistan a un buen colegio, que no coman muchas golosinas, que vean la televisión poco tiempo, etc. Pero ya se sabe desde siempre que el mejor método de educación es el propio ejemplo. De nada sirve decir a un niño que vea poco la televisión si uno se pasa horas y horas frente a ella; de nada sirve enseñarle que no debe mentir si nosotros mentimos; de nada sirve decirle que no tenga miedo si en nuestra relación afectiva ve miedo.
Y una de las materias que no deberíamos descuidar es la enseñanza del respeto. Respeto por todo, por supuesto, pero que aprendan desde siempre que a la mujer hay que tratarla con respeto. Para ello, lo primero es respetarnos nosotras mismas; y lo segundo, no admitir ninguna falta de respeto de los demás. Por supuesto, también debe vernos con una actitud respetuosa ante el resto. Sólo así la palabra “respeto” será algo más que un vocablo vacío.
Otra materia “femenina” a enseñar (también con el ejemplo, a ser posible), es la formación: que nos vean estudiar, interesarnos, mostrar curiosidad, no abandonarnos a la comodidad de lo ya conocido… Si damos ejemplo a nuestras hijas, si ven que nos desarrollamos en nuestra vocación, que procuramos ser felices y no dramatizamos las situaciones, probablemente cuando ellas crezcan lo habrán incorporado de verdad, y el cambio será real.
Si somos mujeres que nos creemos inferiores, que valoramos la vida en la medida en que un hombre nos valora; si nos creemos que solo somos un objeto sexual y nuestro sentido de belleza está enfocado en atraer al sexo opuesto; vamos cambiando constantemente de pareja y perdiendo nuestra identidad en el proceso… si seguimos con estos patrones de comportamiento todavía tan comunes, es muy probable que nuestras hijas crezcan para convertirse en este tipo de mujeres. ¿Y como no iban a hacerlo si nosotras somos su modelo de referencia? ¿Cómo van a ser mujeres liberadas si no saben lo que eso significa?
También nuestros hijos varones crecerán pensando que una mujeres tiene que actuar así y no tolerarán que  su compañera tenga sus propios sueños e independencia.
Hoy en día las mujeres tenemos la responsabilidad de hacer un cambio en nuestros pensamientos y actitudes. Es imperioso formarnos, desarrollarnos, valorarnos, informarnos para poder hacer un cambio real en nuestra sociedad patriarcal. Un cambio sin violencia, un cambio dedicado a tener una mejor convivencia.
Sabemos que es difícil cambiar patrones de comportamiento que parecen que estuvieran enraizados en nuestros genes. Pero hay que hacer el esfuerzo. Si tenemos en cuenta que el futuro de nuestros hijos depende de nuestro cambio, seguro que nos resultará más fácil.
Recordemos, además, que todas somos madres por el hecho de ser mujeres; la responsabilidad de este cambio no se ciñe a las que tienen hijos biológicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario