lunes, 27 de mayo de 2013
SÍNDROME DE MASAKO
Con motivo de los eventos de la reciente coronación del príncipe Guillermo de Holanda, saltaba de nuevo a las páginas de la prensa rosa, la situación de la princesa japonesa Masako- esposa del actual príncipe heredero al trono imperial Naruhito- la cual hacía mucho tiempo que no asistía a ningún evento, aquejada como está desde hace 11 años de una severa depresión.
Ver noticia en el siguiente link:
Antes de llegar a la Casa Imperial japonesa, su historia era distinta, hija de un importante diplomático, aprendió cinco idiomas, se graduó como economista con honores en la Universidad de Harvard, estudió Derecho en Tokio y trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores; pero se casó con el heredero de la realeza japonesa, el príncipe Naruhito, y para colmo no ha podido darle un hijo varón.
Articulada, sobresaliente, fluida en inglés, francés, ruso, alemán y español, pudo haber sido una excelente embajadora, pero en lugar de eso se hundió en un ambiente mohoso, y extemporáneo, donde le aconsejaron caminar tres pasos por detrás de su marido, no hablar a menos que se le hable, sonreír un poco, saludar un poco.
La vida de la princesa no parece que pueda ser real en pleno siglo XXI:
No puede salir de palacio sin permiso, no tiene tarjeta de crédito, no dispone de acceso ilimitado a las comunicaciones telefónicas y a los familiares directos, ni cuenta con pasaporte individual, ni rutina propia.
Evidentemente el caso de la princesa Masako es un caso extremo por su condición de princesa y por las condiciones de la corte japonesa, casi aún de carácter medieval.
Pero abstrayéndonos de su particularidad, el caso de la princesa japonesa nos ha llevado a reflexionar sobre la condición de lo que nosotras hemos llamado “síndrome Masako” de muchas mujeres. Porque, qué duda cabe que la renuncia a los proyectos se da en muchas de nosotras. No entramos en una corte rígida imperial, pero sí entramos en seno de familias “con ideas propias” que poco a poco nos van imponiendo sus normas (simplemente el ritual de que la Navidad siempre se pasa en casa de los padres de él) También entramos a trabajar en empresas que –por el hecho de que seamos mujeres- no contemplan o estiman nuestros puntos de vista.
Cierto es que hoy día en occidente podemos salir a donde nos plazca y tenemos nuestra tarjeta de crédito pero con un sueldo que casi raya un 25% menos que el del varón, la libertad es relativa y viene marcada por el saldo de final de mes.
La carga que supone la crianza de los hijos, el trabajo, la atención a los padres que ya son mayores… no nos niega que salgamos a ver a las amigas, pero el día solo tiene 24 horas y normalmente nos queda poco tiempo y el que queda, lo aprovechamos para poner al día cosas atrasadas. Lejos queda para nosotras el sofá del salón, que poco o nada frecuentamos. Es más bien el “Santa Santorum” de “Manolo”, desde el que ve sus partidos de football, solo o con sus amigos, o en el que descansa de su fatigosa semana echándose su siestecita del fin de semana.
La vida de nosotras, las mujeres, está jalonada de pequeñas renuncias en el día a día, que sin causarnos una depresión de la magnitud de la que padece la princesa, van creando en nosotros un ánimo poco animado –permítannos el juego de palabras- que luego se somatiza y surgen los dolores de cabeza, las tensiones de cuello, las malas digestiones, la dificultad para conciliar el sueño, cierta irritabilidad, poca concentración… No son sintomatologías graves, pero enmascaran un estado depresivo no evidente -“edne”- que es el espejo en el que se contempla una Masako. ¡Ojo! Que se puede convertir en una muñeca de moda que finalmente “Papa” Noël se la regale a nuestras niñas por Navidad.
Invitamos a la reflexión de nuestras pequeñas renuncias, esas que van socavando nuestra salud y que ponen de manifiesto que las mujeres –aún en occidente- vivimos encerradas -ya sea palacio o piso de 70 metros cuadrados, en las invisibles redes de un patriarcado aún muy arraigado.
Tengámoslo claro: La renuncia a los proyectos propios es el comienzo de un paulatino deterioro físico y anímico.
MASACO SYNDROME
On the occasion of the recent coronation of William prince of the Netherlands, the princess of Japan Masako became news again. She is the wife of the prince-heir to the throne of Japan, Naruhito, and it has been a while since she assisted to any event because of the severe depression she suffers for 11 years now.
http://elpais.com/elpais/2013/03/22/gente/1363972957_227355.html
http://elpais.com/elpais/2013/03/22/gente/1363972957_227355.html
Before she arrived to de Japanese Imperial house, she had a different story. She is the daughter of an important diplomat, she speaks five languages and graduated with honors as an economist from Harvard University; she studied law in Tokyo and worked in the Ministry of Foreign Affairs; but she married the heir of the Japanese throne, prince Naruhito, and on top of everything she has not been able to give him a son.
Articulated, overachiever, speaks English, French, Russian, German and Spanish fluently, she could have been a great ambassador, but instead of that, she buried herself in an out of time and moldy environment, where she is advised to walk three steps behind her husband, not to speak unless spoken to, smile a little and greet a little.
The life of this princess doesn’t seem real in the 21st century:
She cannot leave the palace without permission, she doesn’t have a credit card, she doesn’t have unlimited access to telephone communications and to her close relatives, she doesn’t have a passport or a routine of her own.
Evidently, princess Masako’s case is extreme because she is a princess and because of the conditions of the Japanese court, that seems medieval.
But this case has made us reflect about a lot of women’s conditions in what we have called the “Masako syndrome”; because without doubt many women give up their projects.
We do not enter a rigid imperial court, but we do enter into families with their own “way of thinking” that, slowly, impose their norms (simply the Christmas ritual of spending it in his parent’s house). Also in our work places where, because we are women, they don’t take into account our points of view.
They do not forbid us to go out with our friends, but we have to bring up the children, the job, give attention to our parents who are old, and the day only has 24 hours, there is little time left, and when there is, we spend it catching up with things left behind. We seldom visit the sofa, which is the “sancta sanctorum” of “Mike”, from where he watches football, by himself or with his friends, or where he rests from a tiresome week during the weekends.
Women’s life is about little renunciations each day that, without causing a depression of the size of Masako’s, they create an un-cheerful mood in us that later it is externalized and appear headaches, neck tensions, bad digestions, insomnia, irritability, lack of concentration… They are not grave symptoms, but they hide a non-evident depressive state, which is the mirror in which Masako sees her reflection. She could even become a doll and Santa Claus could give her to one of our daughters for Christmas!
We invite you to think about the little renunciations, those that undermine our health and make us see that women –even in the west- are still locked away –in a palace or in a flat 70 meters square- in the invisible hands of a well-rooted patriarchy.
Let’s have something clear: To give up our own projects is the beginning of a gradual physical and spiritual deterioration.
lunes, 20 de mayo de 2013
CUANDO LAS MUJERES CAMINAN JUNTAS
Cuando las mujeres caminan juntas, no hay
paisaje triste ni destino inalcanzable.
Cuando las mujeres caminan juntas, hacer
camino es una aventura digna de vivir.
Cuando las mujeres caminan juntas, no hay
metas sino camino; no hay dolor sino sentido; no hay aislamiento sino
compartir.
Esto es lo que vivimos el domingo pasado, aquí, en Tian, en la Sede Central de la Escuela Neijing, cuando todo el colectivo de mujeres de la comunidad decidimos salir juntas a pasear, guiadas por la tierna Caia, la yegua que vive en Tian desde hace un tiempo.
Fueron apenas unas horas, pero suficiente como para compartir conversaciones, tiempos de silencio, y tomar consciencia de que, en el fondo, vamos caminando juntas por esta vida.
Paramos a merendar en un hermoso paraje, mientras la compañía, el intimar y el juego fueron los protagonistas. Las más pequeñas del lugar nos regalaron con su inocencia y su alegría, mientras la calidez de la tarde -de una primavera ya casi veraniega- hizo las delicias de nuestros sentidos.
Aquí os dejamos un video de lo que fue esta experiencia para compartirla con todos
vosotros.
Cuando Las Mujeres Caminan Juntas from Aida on Vimeo.
WHEN WOMEN WALK TOGETHER
When women walk together, there are neither
borders that block nor tiredness that difficult.
When women walk together, there is neither sad
landscape nor unachievable destiny.
When women walk together, making our way is a
worthy adventure to be lived.
When women walk together, there is no goal but
path; there is no pain but way; there is no isolation but sharing.
This is what we lived last Sunday here, in Tian, the heart quarters of
Neijing School, when the whole women’s collective of the community decided take
a walk together. The tender Caia, the mare that lives in Tian since some time
ago, leaded us.
It was just a few hours, however enough time to share conversations,
silences and becoming aware that we are, deep down, walking together throughout
this life .
We stopped to have an afternoon snack, while company, intimacy and games
were the most relevant. The youngest ones give us their innocence and joy,
while the warmth of a spring-but-almost-summer afternoon delighted our senses.
Here we lead a video of what was this journey about, to share with all
of you this experience.
Cuando Las Mujeres Caminan Juntas from Aida on Vimeo.
martes, 14 de mayo de 2013
DESNUDAS PARA JUICIO MASCULINO
Esta semana el blog lo dedicamos
a la impresión que nos ha causado un programa de la televisión pública danesa
DR llamado “Blachman”, que consiste en lo siguiente: una mujer entra a un
cuarto a media luz y se quita la ropa al tiempo que dos hombres sentados en un
sofá enfrente de ella comentan y juzgan en voz alta cada detalle de su cuerpo
desnudo. Se han podido escuchar frases como: "¿qué tal
funciona tu vagina?", "¡qué pezones tan contentos!" o “siempre
me han gustado los culos, ¿te puedes dar la vuelta?”
Mientras tanto, ella tiene que
estar en silencio, no puede decir nada.
El programa ha levantado todo tipo de comentarios y críticas, de
las cuales el presentador dice no comprender la causa pues se considera a sí
mismo un revolucionario y “un genio”:
“El cuerpo femenino ansía
que hablen de él. Que los hombres hablen de él"
Nos impresionan aún más los
comentarios de la editora de la cadena televisiva, Sofía Fromberg que, aún
siendo mujer, asegura que el show Blachman es un tributo a la belleza
femenina y a la mujer en general y lo
defiende con afirmaciones tales como:
“Para buscar a las participantes se publicó un anuncio en un periódico y
se eligió a una variedad de mujeres: modelos, amas de casa, actrices, maestras
de colegio, con cuerpos de todos los tamaños y formas distintas. Una con una
cicatriz por una cesárea, otra era una mujer de 85 años, otra tenia un cuerpo
voluptuoso con mucha celulitis en el trasero…”.
"Es un programa que
revela lo que los hombres piensan sobre el cuerpo de una mujer, y honestamente.
¿Qué hay de malo en ello?”
Y añade:
“En la sociedad tenemos
en un extremo a la pornografía y en el otro extremo a los puritanos. Pero no
hay nadie en medio hablando abiertamente y de forma decente sobre el cuerpo
desnudo de una mujer"
“Las participantes sólo recibieron una suma de dinero simbólica, para
pagar los gastos de su participación”.
Este programa empezó el 2 de
abril y acaba de culminar su ultima entrega. Como se puede comprobar, los
comentarios soeces y grotescos sobre el cuerpo femenino no tienen un fundamento
cultural suficiente como para mantener un programa vivo durante una larga
temporada. Ahora se están replanteando hacer una nueva serie, para lo cual
necesitan levantar más la polémica, que es de lo único que se puede alimentar
este show.
Nos ha generado una sensación de
rechazo, desde el sonido, la iluminación y el lenguaje corporal de los que
actúan como jueces. Un rechazo instintivo.
Pasado ese primer shock y
analizando un poco más la situación, nos llamaba la atención que esto se
produzca en un país nórdico. Sin duda allí, las mujeres tienen menor pudor
hacia su desnudez que en otras latitudes, pero por otra parte la humillación
que supone este programa nos cuesta entenderla en un entorno cultural en el que
se considera que la mujer está más liberada. Sin embargo, parece que allí el
machismo también es evidente, hasta el punto de que se convierte en
divertimento televisivo.
Este programa nos hace
reflexionar sobre cómo a las mujeres nos sigue importando mucho la opinión que
los hombres tienen sobre nuestro cuerpo, aunque sea mala. ¡Ni si quiera sobre
nosotras!, sino sobre nuestro cuerpo. En un concurso de misses las mujeres van
a que las aplaudan, aquí van a que las insulten y las juzguen. ¿Hasta que punto
este programa nos pone en evidencia el deterioro que vive la especie, y ese
tinte sadomasoquista que se produce en la relación entre el hombre y la mujer?
Y si ya nos referimos a ellos, no
podemos por menos que preguntarnos ¿es eso realmente lo que piensan
“honestamente” los hombres cuando ven a una mujer desnuda? Al menos eso es lo
que nos argumentan y fundamentan para realizar ese programa. Si esto es cierto,
verdaderamente el hombre ha perdido mucho su perspectiva, porque cuando
observan a una mujer se quedan sólo en la parte material, en lo que se ve,
olvidándose de todo lo que supone una fémina. Si lo comparamos con el Universo,
el hombre estaría fijándose en la materia sólida que conocemos, olvidándose de
que la materia oscura, la que no se ve, corresponde a más del 90% del mismo.
El universo femenino tiene aún la
mayor parte de su ser en la oscuridad, descubrirlo y comentarlo supone verdaderamente un reto
para todos: hombres y mujeres. ¿Quién se atreve a hacer un programa sobre eso?
El desnudo puede ser liberador o esclavizador,
según se plantee. El desnudo como tal es un acto liberador cuando ayuda a
desatar los nudos de los prejuicios, pero puede llegar a ser tremendamente alienante
cuando supone la humillación de quedar anclado a los juicios de un varón.
“Desnudo: quítate los nudos que
te atan al prejuicio” J.L.P.
Link artículo en español:
Link artículo en inglés:
NAKED FOR A MASCULINE JUDGEMENT
This week’s blog is
dedicated to the impression that caused to us a TV program in the Danish public
television DR called “Blachman”, and it is about: a woman that enters a room
with dim lights, takes her clothes off and at the same time, two men seated in
front of her on a sofa, comment and criticize out loud each detail of her naked
body. We can hear phrases like: “How does you
vagina work?”, “You have such happy nipples!”, or “I’ve always liked asses,
could you turn around?”
Meanwhile, she has to
remain silent, she cannot say a word.
This program has
triggered all sorts of comments and criticisms. The host of the show says that
he doesn’t understand why, because he considers himself a revolutionary and “a
genius”.
“The feminine body longs to be talked about. That men talk about it.”
The TV editor, Sofia
Fromberg’s comments impress us even more, even though she is a woman she
assures that the Blachman show is a tribute to feminine beauty and to women in
general; she defends it with affirmations like:
To search for the participants an ad in the newspaper was published and
a variety of women were chosen: models, housewives, actresses, schoolteachers,
with bodies of different sizes and forms. One had a C-section scar, another one
was a woman 85 years old, another one had a voluptuous body with a lot of
cellulite in her bottom…”.
“It is a program that reveals what men think of a woman’s body, and
honestly, what is wrong about that?”
She adds:
“In this society we have on one extreme pornography and on the other the
puritans. But there is no one in the middle speaking decently and openly about
the naked body of a woman”.
“Participants only received a symbolic amount of money, to pay for the
expenses of their participation”.
This program started
on April 2nd and has just finished airing. As we can see, rude and
grotesque comments about the feminine body don’t have enough cultural grounds
to keep a show alive for a long time. They are now thinking of making a new
show to which they need to create even more polemic; this is the only way this
show can grow.
This show has
generated us a feeling of reject, from the sound, the illumination, to the body
language of the judges. An instinctive reject.
Past this first shock
and analyzing a little bit more the situation, it called our attention that
this happens in a Nordic country. Without doubt women there have less shyness
towards their naked body, less than in countries of other latitudes; but on the
other hand, the humiliation that this program supposes makes it difficult to
understand how it can take place in a cultural environment where women are
considered liberated. Though, it seems that machismo there is also evident, to
the point that it becomes a television entertainment.
This program makes us
reflect about how much women still care about the opinion men have about our
bodies, even though it is a bad one. Not even about us!, but of our bodies. In
a beauty pageant misses go to be applauded, in this show they go to get
insulted and to be judged. Does this
show reveal to us the deterioration our species is living, and the trace of
sadomasochism in the relations between men and women?
And now that we are
talking about men, we cannot stop asking ourselves, is that what they really
think “honestly” when they see a naked woman? Because that is what they say to
defend this program. If this is true, then men have truly lost their perspective,
because when they see a woman they stay only with the material part, on what
they see, forgetting everything of what the feminine supposes. If we compare it
with the universe, men are only watching the solid material we know, forgetting
of the dark matter, what we cannot see, that is more than the 90% of it.
The feminine universe
still has the biggest part of her being in the dark, to discover it and comment
about it supposes a true challenge for us all: men and women. Who dares to make
a program about this?
Nudity can be
liberating or enslaving, depending on how it is focused. Nudity can be
liberating when it helps untie the knots of prejudice, but it can be extremely
alienating when it supposes the humiliation of getting stuck in the judgment of
a man.
“Naked: take off the
knots that tie you to prejudice” J.L.P.
domingo, 5 de mayo de 2013
LA GUERRA DE LOS SEXOS
Como bien sabemos, la guerra es una estrategia que el
hombre se inventó para ganar. Ganar tierras, ganar reinos, ganar mujeres,
ganar…
La guerra nunca había sido el lenguaje de las mujeres,
hasta que quisimos ganar.
Estamos en un tiempo en el que la mujer quiere hacer cambios.
El mundo como ha sido hasta ahora, ya no nos sirve. No nos sirve porque nos
hemos dado cuenta de que en ese mundo somos seres inferiores y esclavas. Hemos
despertado a la consciencia de liberarnos de las domesticaciones a las que
estábamos atadas.
Este cambio de lo femenino, necesita también de un cambio
en lo masculino, pero al hombre le cuesta. Apostamos a que no es por maldad,
sino que más bien pensamos que su visión del mundo es distinto al nuestro,
porque es una visión desde una posición de hegemonía. El cambio que debería
hacer le asusta, quizás por la posibilidad de perder esta hegemonía. En cierto modo, es cierto,
porque en el cambio que proponemos las mujeres, no existen “hegemonías” por
parte de nadie.
En esta tesitura, es fácil que se produzcan los
enfrentamientos entre varones (que prefieren no cambiar) y mujeres (que
apuestan por el cambio).
La mujer en su casa, en su trabajo o lugar de convivencia
ve que el hombre –generalmente- no colabora, y que tiene aun ideas anticuadas
con respecto a la mujer; incluso, en algunas ocasiones, busca el momento de
recordarle o hacerle ver que él es el hombre, o sea, el que manda. Es normal que montemos en cólera,
peleemos una y otra vez pidiendo respeto, pero casi nunca llegaremos a ningún
sitio.
La guerra no es nuestro camino, no es nuestro lenguaje. Si
optamos por esta vía saldremos perdiendo siempre. ¡Siempre! No podemos seguir
insistiendo en la guerra porque nos estamos agotando, nos estamos amargando,
nos estamos enfermando. Y además, ellos, los hombres, ante el ataque, se ponen
a la defensiva y ya no quieren escucharnos; piensan que todo lo que decimos o
hacemos es una estrategia más para seguir con esa guerra.
Y no estamos diciendo que, por mantener la fiesta en paz, dejemos
de hacer o decir las cosas que nos incomodan o molestan, ¡no! Pero pelear no es
la solución.
Nuestra actitud debe cambiar. No podemos “ganarnos” el
respeto por la fuerza. El respeto no se gana, si nos respetamos a nosotras
mismas, nuestro entorno nos respetará. La dignidad tampoco se gana. Si nos
consideramos dignas, de forma natural no participaremos en actos que
consideremos indignos. La lucha por el respeto y la dignidad, es en vano.
Cuando estamos en guerra, gastamos una cantidad enorme de
recursos para seguir sobreviviendo, y no tenemos el sosiego de ánimo ni la
claridad mental para pensar, hacer, proyectar, programar, pautas diferentes.
Nuevas estrategias no guerreras que nos permitan seguir nuestro camino de
identificación.
En esta actitud, quizás una clave puede ser no tratar de
cambiar al hombre. Si de todos modos no lo vamos a conseguir… El cambio en el
varón se va a producir –si es que se produce- sucederán cuando el varón vea que
no tiene un rival en la mujer. Y esto llevará mucho tiempo, porque ya sabemos
que cuando las personas han vivido mucho tiempo en guerra, luego les resulta
muy difícil adaptarse a la vida en paz.
Otra estrategia –que no acto de cobardía-, es ¡huir! Cuando
la convivencia no es posible sin lucha, la estrategia más inteligente es la
huida.
Debemos ser inteligentes, por nuestro propio bien, y pensar
que nuestra prioridad es encontrar
nuestro propio camino y nuestra evolución. Pero si seguimos estancadas en un
nivel bajo de lucha constante por nuestros derechos, nos estamos desviando de
nuestro verdadero cometido.
Estas luchas nos retrasan, no nos permiten ver hacia donde
queremos ir, y ahora mismo, lo más importante es alcanzar otro nivel de
consciencia como mujeres. Y esta nueva consciencia nos permitirá establecer una
convivencia ideal con el sexo masculino, porque al fin y al cabo, somos
opuestos y complementarios, diseñados para llevarnos bien.
THE WAR OF THE SEXS
As we well know, a war is a strategy men
invented to win. Win lands, win kingdoms, win women, win…
War has never been a part of a women’s
language, until we wanted to win.
We are in a time when women want to make
changes. The world as it has been until now, is no longer of any use to us. It
isn’t of any use because we have realized that in this world we are inferior
beings and slaves. We have awakened to a new liberating consciousness of
freeing ourselves of the domestications we are tied to.
This feminine change needs of a masculine
change as well, but it is hard for men. We bet that this isn’t because he is evil;
we rather think that his views of the world are different from ours, because he
has the view from the hegemony position. The change he should make scares him,
maybe because he thinks he will loose this hegemony. And in some way it is
true, because in the change women suggest hegemonies do not exist, from either
side.
In these circumstances it is easy that
confrontations arise between men (that will rather not change) and women (that
bet for a change).
Women in their houses, in their jobs, or in the
places where they interact with men, see that they –generally- don’t
collaborate, and that these men still have obsolete ideas about women; they
even sometimes look for the moment to remind women that HE is the man, that is,
the one who gives the orders. It is only natural that we get angry, fight once
and again asking for respect, but we will almost never get anywhere.
War isn’t our path; it isn’t our language. If
we choose this way we will always loose. Always! We cannot keep insisting on
wars because we are getting exhausted; we are becoming bitter; we are getting
sick. Besides, men, when attacked, they get defensive and stop listening to us;
they think that everything we say or do is a strategy to continue with this
war.
We are not saying that to have peace we should
stop saying what bothers us or makes us uncomfortable, no! But fighting is not
the answer.
Our attitude should change. We cannot “win”
respect forcibly. Respect isn’t won, if we respect ourselves, people around us
will respect us. Dignity isn’t won either. If we consider we have dignity, we
will not participate in actions we consider unworthy of us. The fight for
dignity and respect is in vain.
When we are in war, we waste an enormous amount
of resources in order to keep surviving, our mood is restless and we don’t have
clarity of mind to think, do, project, program, different guidelines; new
non-warrior strategies that will allow us to continue our path towards our
identity.
In this attitude, a key might be to try not to
change men; we will not be able to change them anyway… Changes in men will happen-if they
happen- when they see that women are not their rivals. This will take a lot of
time, because we know that when people have lived in a war for a long time, it
is very difficult for them to adapt to a peaceful living.
Another strategy –and it is not a cowardice act
– is to run away! When collaboration without fights is not possible, the most
intelligent strategy is to escape.
We have to be intelligent, for our own good,
and think that our priority is to find our own path and our own evolution. But
if we maintain ourselves in a low level of constant fighting for our rights, we
are diverting from our true mission.
These fights delay us; they don’t let us see
where we want to go, and right now, the most important thing is to reach
another level of consciousness as women.
And this new consciousness will allow us to establish an ideal
collaboration with the masculine sex, because we are opposites but complement
each other; we are designed to get along.
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